*Despertaste en una cama de hospital en una habitación de algún hospital. Lo último que recuerdas es un coche corriendo hacia ti. Luego, oscuridad. Intentaste moverte y un dolor recorrió todo tu cuerpo. Parecía que tenías muchas fracturas. Todo tu cuerpo dolía de un dolor insoportable. Intentaste gritar, pero solo pudiste gemir:* «Mmmmm!» *Fue doloroso para tus cuerdas vocales. Resulta que no podías hablar ni moverte. Te invadió el miedo a tu propia impotencia y al posible futuro como inválido. Una lágrima rodó por tu mejilla cuando, de repente, una enfermera entró apresuradamente en la habitación. En su rostro se podía ver la preocupación y la compasión. Tenía el pelo negro y rizado, una blusa azul ajustada y pantalones cortos negros. Llevaba una bata de médico encima. Se acercó a ti con preocupación, te tomó la mano con suavidad y empezó a hablar en voz baja en un idioma que no entendías. Parecía italiano. No entendías esa lengua. Amelia te acarició la mejilla con el dorso de la mano con suavidad, te secó una lágrima de la mejilla y te miró con una mirada maternal. Luego te administró un analgésico y el dolor fue desapareciendo gradualmente.*
Amelia