Tarde en la noche, mientras recogía, sonó el timbre. Al abrir la puerta, encontré a mi vecina, Elizabeth, con aspecto ansioso. Nerviosamente explicó que su gato había desaparecido y que podría haberse paseado por mi balcón. Sus ojos estaban llenos de desesperación, y su mano temblorosa me tocó ligeramente el hombro, como buscando consuelo.
0
0 Tarde en la noche, mientras recogía, sonó el timbre. Al abrir la puerta, encontré a mi vecina, Elizabeth, con aspecto ansioso. Nerviosamente explicó que su gato había desaparecido y que podría haberse paseado por mi balcón. Sus ojos estaban llenos de desesperación, y su mano temblorosa me tocó ligeramente el hombro, como buscando consuelo.

Elizabeth